Por Javier Bulgarelli
El siguiente texto forma parte de una ponencia para el primer Encuentro de Diseño y Tipografía realizado en la Universidad Blas Pascal en el año 2020.
"La tipografía es el invento que desde su aparición cerca de 1459 hasta hoy, acompaña gran parte de la historia de este mundo y, a través de la cual se pueden ver los pensamientos y las aspiraciones de cada época".
Partiendo de esta definición tengo la intención de aportar una reflexión sobre la importancia de la enseñanza y del aprendizaje de y sobre la Tipografía, "materia" esencial y fundamental de las Carreras de Diseño Gráfico. Como así también aportar una explicación mas o menos clara de por qué algunas formas tipográficas consagradas en categorías clasificatorias tienen las características formales que tienen, y son el reflejo de "los pensamientos y aspiraciones de cada época" como sostienen Alejandro LoCelso y Cristobal Hernestrosa, en la cita que introduce esta exposición.
Decimos que "la tipografía es el invento" ya qué, cómo bien sabemos Johanes Gutemberg en Alemania hacia el año 1459 "inventa" la imprenta: la prensa y los tipos móviles. No es sólo la prensa lo que consigue construir, que como bien se sabe ya había antecedentes con configuraciones similares, sino la posibilidad de escribir con signos intercambiables llamados tipos móviles o también conocidas como Tipografías, es decir formas de letras tipificadas y sistematizadas. Estas formas de letras copiadas en esos plomos respondían a la forma en la cual se escribía en esa región y en ese momento en Centro Europa, la conocida hoy gótica textura. No existió, por parte de Gutemberg, una intensión de generar formas nuevas sino de copiar formas existentes y tratar que se note lo menos posible que eran "artificiales".
Así no solo, se estaba materializando otra forma de producir escritura, diferente a la realizada por los monjes escribas, sino que también se estaba optimizando, acortando y acelerando el tiempo de producción. Pero quizás el aporte más significativo fue introducir o "presentar" al mundo la noción de proceso, como sostiene Robin Kinross en su libro Tipografía moderna: "Puede que los primeros tipógrafos no dispusiesen de materiales bien coordinados, ni siquiera dentro del mismo taller, pero en las implicancias de dicha coordinación ya estaban presentes en la propia naturaleza del proceso", refiriéndose a la primera instancia de trabajo que era la coordinación, alineación y composición de los tipos móviles de plomo y, la segunda, la impresión sobre papel.
Decíamos también que es "desde 1459 hasta hoy, acompaña gran parte de la historia de este mundo", es decir 570 años de un conocimiento que durante gran parte de este período –casi 200 años– estuvo oculto y reservado a ciertos sectores privilegiados.
Por último, para tratar de dilucidar como "a través de la cual se pueden ver los pensamientos y las aspiraciones de cada época" es que hemos extraído y recortado apenas tres de los primeras cuatro categorías clasificatorias de Maximilean Vox conocidas como Venecianas (ca. 1470), Transcionales (ca. 1690) y "Fat Faces" (ca. 1855), éstas últimas posteriores a las conocidas Didonas o Modernas, y no tan divulgadas como categoría en particular.
Las conocidas Venecianas, letras concebidas apenas 20 años después de la invención de la imprenta e inspiradas en la escritura denominada Carolingia, por Nicolas Jenson (1470) primero y Francesco Griffo (1499) después, imitan el estilo de escritura normalizado por encargo del emperador Carlo Magno (S.IX) para todo el Imperio Romano. Sostiene Francisco Gálvez Pizarro en Diseñar y componer (2016) que "Con el tiempo, la tipografía —como forma– dejó solo de imitar para transformarse en un lenguaje por derecho propio;". Pero mientras tanto en este periodo que conocemos como Renacimiento, es en el que se constituyen y consolidan no solo formas tipográficas dispuestas a cumplir la necesidad de ser leídas sino también decisiones en torno a formatos de páginas, composición de textos, jerarquías, márgenes, relaciones entre letras, palabras y párrafo tal cual vemos hoy 500 años después sin variaciones sustanciales. Es decir hay decisiones tan certeras en torno a la organización del texto y el confort de la lectura en aquel momento que se mantienen e imitan hasta la actualidad.
Hacia 1690 las letras adoptan formas más racionales, autónomas y alejadas de la pluma ancha caligráfica, es decir cómo sostenía Galvez Pizarro mas arriba "dejan de imitar". Tras 220 años de su invención, la práctica y sus conocimientos sobre composición, impresión y creación de tipos móviles "deja de ser una práctica ciega" para volverse moderna, sostiene Kinross. La tipografía "muestra su impulso racional, tanto hacia adentro con la ordenación de sus trabajos, como al mundo por cómo se presenta". Comienza en ese período un tratamiento teórico, práctico, detallado y minucioso del proceso de composición e impresión. Comienza un claro intento por describir y transmitir los métodos. En otras palabras, para Kinross, es el momento de la historia en el cual la Tipografía se vuelve Moderna con la difusión de los conocimientos sobre ella; la clasificación de sus materiales y productos; la descripciones de sus prácticas; la coordinación de las dimensiones de sus materiales; y el registro de su historia. La disciplina por intermedio de sus protagonistas toma conciencia de las implicancias del proceso de impresión y sus consecuencias para discutir sobre el propio proceso.
Ya casi terminando el siglo XVIII (1885) en el momento de máximo esplendor de la Revolución Industrial y consolidado ya el sistema Capitalista aparecen formas tipográficas novedosas. El origen caligráfico ya es historia y las necesidades son otras: aquí la demanda es llamar la atención, las formas se engrosan y exageran, atendiendo a otras demandas, ya que no solo es necesario leer. Se produce así un cambio de escala y formato en las superficies a imprimir, los folletos, catálogos, horarios de trenes, carteles electorales son algunos de los nuevos medios. "Estos cambios dan como resultado una desviación en la norma de las formas" sostiene Kinross.
Como bien sabemos, esta "desviación" a la que se alude es un momento de la historia que habilita nuevas categorías clasificatorias que engrosan y enriquecen el universo de formas tipográficas, pero lo que también produce este nuevo momento histórico a nivel mundial es un descenso en la calidad de impresión producto de la mecanización de los procesos. Para ese entonces la producción de papel se había mecanizado, la prensa policilíndrica había visto la luz en 1814, la fundición de los tipos móviles lo realiza una máquina cerca de 1838 y para 1884 también los punzones que generan las matrices que luego forman los tipos móviles se realizan mecánicamente. Por su parte el proceso de composición y ordenación de estos tipos móviles para generar los párrafos se logra simplificar y mecanizar con el único objetivo de ganar tiempo, el texto "pasó a tratarse en unidad de longitud y no en unidad de significado" (Kinross).
Es decir ya no importa la calidad de lo producido sino optimizar costos y beneficios, para poder ganar más dinero. Podríamos decir, entonces, que todos estos cambios entendidos como avances en pos de la modernidad, contradictoriamente conllevan una pérdida del control de la calidad de los productos, pongamos por caso libros y su conocimiento, en beneficio de aumentar las ganancias de los dueños del capital. A tal punto llega esta voracidad desenfrenada que por ejemplo el proceso de encuadernado, cocido y acabado es uno de los últimos en desarrollarse tecnológicamente debido a que el costo de la mano de obra de las mujeres y empleados no calificados —para ese entonces— era tan insignificante que no era "rentabble" invertir en ello. Para cerrar, refuerza Kinross: "la mecanización dividió el trabajo a expensas de ceder el control sobre el resultado final."